Abstract
La educación ha pretendido ser una herramienta para solucionar los problemas que se presentan en la sociedad de manera permanente. Así, cada vez que se presentan situaciones socialmente reprochables, es común encontrar discursos tendientes a afirmar que se debe fortalecer la educación para transformar lo existente. Sin embargo, muchas de estas exigencias se constituyen en meros discursos sin una materialización práctica permanente; las teorías educativas plantean exigencias abstractas para la educación, pero permanecen en el papel y no en situaciones reales.